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Educación sexual y pornografía

 

A mí, al igual que a muchos otros jóvenes, me hablaron sobre sexo cuando entré en la adolescencia. Me dieron alguna que otra charla en clase; y mi madre se sentó conmigo para explicarme nociones que todo el mundo debería conocer. Cuando llegué al instituto, yo sabía lo básico: que tenía que usar preservativo para no quedarme embarazada y no contraer enfermedades. Eso es, en esencia, lo que los padres les explican a los hijos y lo que cuentan en las charlas. Por algún motivo, ya sea por vergüenza o por la sensación de que los jóvenes no tienen edad para saber sobre sexo, las conversaciones y las clases al respecto parecen estar cogidas con pinzas: “No vamos a hablar de esto, no vamos a decir esto otro, porque no hace falta, porque me da vergüenza.” Pero la realidad es que sí es necesario, porque lo que un adolescente (o un niño) no aprenda en la escuela o en su casa, va a aprenderlo mediante internet o mediante las experiencias de sus amigos. 

La pornografía, que es la herramienta que más a mano tienen los jóvenes para suplir esa falta de información, enseña una imagen irreal de lo que es el sexo. Hace que se tengan creencias falsas y expectativas imposibles; por ejemplo, sobre los cuerpos que aparecen. Un adolescente que consuma porno pero que nunca haya tenido una experiencia sexual, puede pensar que los cuerpos de las actrices que aparecen ahí son lo normal; que todas las mujeres están completamente depiladas, que todas tienen los labios vaginales pequeños, que todas tienen los pechos simétricos y pueden alcanzar un orgasmo únicamente mediante la penetración, sin necesidad de estimular el clítoris. 

La pornografía, que a menudo muestra escenas de violencia y sometimiento (siendo la mujer quien generalmente las sufre), enseña a quienes la consumen que eso es lo normal. De hecho, son muchos los testimonios de ex-actrices porno que denuncian las terribles condiciones a las que eran sometidas por la industria pornográfica: “Me sujetó y me la metió sin lubricante, desgarrándome la vagina. Cuando empecé a desgarrarme y a llorar me dio la vuelta para que no se me viera llorando en cámara; me tiró del pelo y me ahogó una y otra vez, incluso habiéndole dicho que me dolía y que apenas podía respirar.”, Alexa James; “Es un negocio tan feroz como la trata. Todos nosotros hemos sido obligados a hacer una escena que no queríamos hacer.”, Shelley Lubben. Los jóvenes que no han recibido educación sexual aprenden viendo esta clase de vídeos, que a menudo muestran prácticas violentas no consensuadas o incluso violaciones.

Hay quienes opinan que abolir la pornografía es la mejor opción para que los jóvenes vivan su sexualidad de forma sana. Lo cierto es que eliminar por completo esta clase de vídeos de internet e impedir que sigan filmándose es prácticamente imposible. Lo que debe hacerse es proporcionar educación sexual completa tanto en casa como en la escuela; y hacer que esos temas dejen de ser algo tabú. De esa forma, cuando sean ellos quienes tengan relaciones, no tratarán de imitar las escenas artificiales que ven en la pornografía.

 

 

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