Demasiada gente, muy pocas personas.
El caso de Amanda demuestra que la sociedad deja mucho que desear. Creo que la especie humana es la más cruel que existe sobre la faz de la Tierra, con diferencia. Hasta tal punto llega nuestra capacidad para causar daño que incluso parece que disfrutamos haciéndolo.
Amanda era una jovencita canadiense, que sufrió el desprecio y la mofa por parte de los demás adolescentes, a causa de un desafortunado incidente. Como explica en su vídeo, la gente empezó a hacerla la vida imposible cuando unas fotos comprometidas suyas se difundieron por la red. Ella se las había mandado a alguien que conoció por internet, y que la forzó, de algún modo, a hacerlo. Nadie intentó comprender la situación en la que se tuvo que ver Amanda y en lugar de eso, se dedicaron a criticarla y a hacer de su vida un infierno. Por mucho que Amanda intentaba rehacer su vida, mudándose cantidad de veces y cambiando de instituto, las fotos siempre aparecían allá donde iba cuando las cosas iban mejorando para ella; estropeándolo todo otra vez. Lo peor de todo, fueron los comentarios antihumanos que llegó a soportar de boca de algunos desalmados.
Ha habido muchas ocasiones a lo largo de la historia en los que las personas nos hemos convertido en auténticas alimañas, capaces de devastar naciones enteras. Pero no hace falta remontarse en el tiempo para encontrar un ejemplo claro de en qué es en lo que se han convertido nuestros valores.
Muchos jóvenes sufren de “bullying” o acoso escolar. Pero yo quiero ir más allá de eso. Todos hemos cometido errores a lo largo de nuestras vidas, o hemos actuado de una manera que los demás consideran inapropiada. Pero no por ello tenemos que cargar con ese peso toda nuestra vida. No nos merecemos ser juzgados por lo que hicimos hace tiempo, si no por lo que somos ahora. Aprendemos de nuestros errores, y todos, sin excepción, tenemos un pasado. La situación que le tocó vivir a Amanda fue insufrible. No me imagino el calvario y el sufrimiento que alguien puede llegar a soportar de unas personas que no la conocen. Sentir el desprecio, la indiferencia, la incomprensión y la repulsión no se lo merece nadie.
Es muy triste que aún en el siglo XXI, siga habiendo gente de esa calaña; que se meta en las vidas ajenas, sin conocer las circunstancias que tuvo que vivir cada persona. Deberíamos ayudar a esas personas, porque si estuviéramos en su situación nos gustaría sentir el apoyo de los demás. Al menos, de algunos.
Tengo muy claro que yo no pertenezco a ese grupo de personas. ¿Y tú?
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