ABUSO SEXUAL
A lo largo de la historia humana, la desigualdad de género ha permanecido latente, los hombres creen que, por sus características físicas, son superiores al género femenino. Está supremacía ha estado vigente hasta prácticamente el siglo XIX, y a comienzos de siglo empezó a reducirse, pero todavía no se ha desvanecido por completo; hablaré sobre las consecuencias de este problema social en la actualidad. Además, me centraré en los países más desarrollados, así como la mayor parte de Europa o Estados Unidos, más concretamente en España, puesto que cada país o cultura tolera más o menos el abuso sexual, como Afganistán, en el que las mujeres están obligadas a casarse, o la República del Congo, donde aproximadamente cada hora más de cuarenta mujeres son violadas.
En nuestro país, una mujer es acosada sexualmente aproximadamente cada ocho horas, pero esto es sólo la punta del iceberg, son miles de mujeres las insultadas por sus maridos, las pitadas por los coches cuando caminan por la acera, las preguntadas en entrevistas por su vida privada o estado de relación. Ahora bien, ¿Por qué sigue ocurriendo en pleno siglo XXI, en una nación en la que sabemos las consecuencias que tiene para el acosador y las peores secuelas para la mujer?
Muchos abusadores, como en el reciente caso de “La Manada” de los sanfermines, se excusan de sus actos criticando la forma de vestir o de actuar de la mujer. Se supone que así “se insinúan”, lo cual es una justificación totalmente errónea y absurda: En primer lugar, una chica puede ponerse la ropa que quiera, más llamativa o más apagada, más corta o más larga, y no querer insinuar nada. La libertad de manifestar la personalidad a través de la vestimenta debe respetarse en todos los aspectos. Y si por alguna razón la chica quisiera tener sexo, en el momento que se niegue debe terminar, sin importar lo que haya ocurrido anteriormente, sea una mirada o un beso.
Por tanto, la mujer no es la culpable del acoso sexual o verbal. Todo recae en manos del género masculino. Pero un chico no nace con esta ideología machista, la adquiere a lo largo de su vida a través de lo que ve y lo que oye, es decir, de su entorno. Y esto explica por qué la desigualdad de género ha perdurado hasta 2018. Si un niño vive en un hogar donde su madre es la única que trabaja, su padre le insulta, e incluso le pega, o en su barrio ve a hombres pegando a sus mujeres, a sus amigos haciendo comentarios despectivos y chistes machistas, su realidad se transforma.
Afortunadamente, en este sentido España ha evolucionado bastante en la última década, aunque muchas mujeres siguen saliendo a la calle con miedo de ir solas, cambiándose de acera cuando ven acercarse una silueta. Las jóvenes con pánico a salir de fiesta, hasta a ir desacompañadas al instituto. Señoras que se asustan al ver a su marido, pero no atreverse a denunciarle. No hemos progresado lo suficiente, y desgraciadamente quedan muchos años hasta que el abuso sexual solo sea una triste anécdota. Y un último mensaje para los hombres: Uno de los cientos de víctimas podría ser tu hija.
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