Blogia
aladecolibri

Lecturas obligatorias

Lecturas obligatorias

Tener que leer por obligación, vaya, ¡por narices!

Leer no es que sea aburrido, es el libro en concreto, no gustan los clásicos. ¿Podemos pretender que estudiantes, adolescentes de 13 a 17 años se enamoren de los clásicos? Para amar los clásicos hay que amar la lectura y ¿cómo se puede amar la lectura si no podemos soñar lo que leemos, si no podemos formar parte de la lectura siendo protagonistas de la aventura? Si hay gente que no lee, que la hay, ¿qué pensaría de estos libros? Si no se va a estudiar nada relacionado con la lectura, ¿por qué los clásicos? Si nos mandaran leer otro tipo de libros desde pequeños, entretenidos, divertidos, fáciles de entender, pasaríamos poco a poco a amar la lectura y cada vez querríamos saber más, buscando al final los clásicos.

¿Por qué no leer literatura juvenil con 16 años? Hay buenos libros dedicados a los jóvenes, libros que enganchan a la lectura, con un lenguaje ameno, fácil de entender y que incluso nos ayudaría a entrar en debate en clase porque todos habríamos entendido el mismo mensaje. Está claro que se pierden buenos lectores en el camino por no haber empezado a leer libros que les enganchara. Deberíamos leer libros que nos hagan aprender y que nos motiven, no que nos hagan salir huyendo. Nos tendrían que dar la oportunidad de amar la lectura; si los estudiantes lo pasamos mal con el castellano actual, ¿cómo vamos a entender textos que a adultos muy formados les cuesta leer? No es de extrañar, que según vamos creciendo no nos arrimemos a un libro con semejantes recuerdos… Queremos libros que nos hagan soñar, aprender, recordar, inventar, con un lenguaje que poco a poco iremos añadiendo a nuestro vocabulario y después vendrán lecturas más complicadas. Leer es buscar una felicidad personal.

Hoy en día existen libros con adaptaciones actuales de las que luego se pueden analizar y comparar con los originales; libros que responden a una adaptación formal del lenguaje. Por ejemplo: El Conde Lucanor, en la versión actualizada de Juan Vicedo.

0 comentarios