Víctimas y sospechas
Reciente y frecuentemente, oímos hablar del caso de “La manada”, un grupo de cinco amigos que violaron en conjunto a una chica en las fiestas de San Fermín. Y es que hasta que no ocurren sucesos como estos no tomamos conciencia de una realidad que afecta a tantas mujeres. Desde 2009 solo en España se han registrado más de 8.200 violaciones con penetración, es decir, una cada ocho horas.
Para acabar con este problema hay que empezar dejando de culpar a las víctimas y empezando a culpar a los agresores. Esto pasa. Hace menos de dos días que he topado con un video en YouTube de una entrevista a jóvenes sobre la cultura de la violación en el que se pueden oír frases como “muchas mujeres se dejan violar”, “burundanga, la dormimos y la violamos” y “(si la violan) tiene que aprender de los errores y tener más cuidado”. La mayoría de ellos tienden a culpabilizar a la mujer y algunos hombres, incluso, no ven la violación como algo negativo.
El problema de juzgar a la víctima se manifiesta, en este caso, en un informe presentado por un familiar de la manada en el que la chica era espiada por un detective privado. Este era presentado como prueba contra ella, porque “llevaba una vida normal”. Aquí, no solo es culpa suya que sea violada, sino también que no muestre su dolor en público tras el suceso.
Para evitar los abusos y las violaciones tenemos que empezar a entender que “no es no” y que, si de la boca de la chica no sale un “sí”, también es no. Cuando se actúa contra la voluntad de alguien es cuando se produce un abuso. Y no es culpa de la víctima, es culpa del violador que no comprende que la víctima es una mujer, una persona, como él, que merece la misma dignidad y el mismo respeto que cualquier hombre. Confío en que con el tiempo se vaya solucionando este problema ahora que el feminismo se va abriendo paso poco a poco en la sociedad. De momento, nos queda mucho camino por recorrer.
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