Educación en pandemia
La crisis provocada por el coronavirus no es una moneda de una sola cara. La difícil situación actual también tiene un lado positivo, más allá del confinamiento y los contagios, que tan presentes tenemos en las noticias. Es increíble la capacidad que tiene la gente para unirse en los peores momentos, y esta pandemia está consiguiendo que valoremos lo realmente importante. Aquellas profesiones que siempre estuvieron a nuestra disposición y nunca dimos importancia solo por el hecho de tenerlas, son ahora más relevantes que nunca, y están empezando a ser reconocidas. No me refiero únicamente al personal sanitario, soldados de primera línea en esta guerra contra el virus, que con todas sus fuerzas combaten cada día a pesar del esfuerzo que supone, jugándose la vida para frenar la curva de infectados. También me refiero a cajeros, celadores o repartidores, trabajos infravalorados que ahora resultan ser esenciales.
Otro trabajo decisivo y necesario al que no se le otorga la importancia que merece es el de profesor, y ahora es cuando más se les necesita. La educación ha tomado un papel importante en el panorama actual, debido al cierre de todas las escuelas del país. La cuarentena nos obliga a permanecer en casa por motivos de seguridad, y a pesar de ello, no podemos paralizar las clases y realizar un parón general en el proceso educativo. Como alumno de secundaria al que le ha tocado vivir esta extraña situación, soy el primero en valorar el trabajo de mis profesores. Cada día preparan actividades nuevas para nosotros e intentan ajustarse a la clases online. He tenido mucha suerte con los míos, la mayor parte de ellos trata de innovar para que nos sea lo más fácil posible trabajar y aprender desde casa, pero no todos son así. Muchos alumnos de toda España se quejan en redes de la negligencia de universidades y docentes, que no se molestan en adaptarse al difícil estado en el que nos encontramos. Al igual que se están haciendo muchas cosas bien, muchas otras podrían mejorar. A los estudiantes no se nos suele escuchar, y la mayoría de nuestras críticas y opiniones no se tienen en cuenta, pero somos nosotros los que nos estamos jugando nuestro futuro.
Actualmente estudio 1º de Bachillerato. Mis resultados ya cuentan para la EBAU, y estoy preocupado por cómo la situación puede afectar a mis calificaciones, pero a pesar de ello, no soy uno de los estudiantes más afectados. Aquellos que cursan 2º de Bachillerato y los universitarios son los más perjudicados. Los primeros se juegan a una carta gran parte de su nota de acceso a la universidad, en menos de dos meses y mediante un examen presencial. En cambio los segundos han pagado una alta cantidad de dinero para estudiar y ahora no reciben atención por parte de muchos docentes. Muchos alumnos en estos cursos protestan porque sus profesores solamente suben archivos sin explicación alguna, no continuan las clases por videoconferencia, y encima aseguran públicamente que se está continuando el curso con normalidad. Todo esto sumado a la ingente cantidad de trabajo que se manda, en muchos casos ocasiona ansiedad y estrés en los jóvenes. Existe un sentimiento muy extendido de impotencia entre nosotros, quienes no sabemos cómo serán las clases el curso que viene, o algo más vigente, cómo se evaluarán nuestros exámenes.
Desde que comenzó el confinamiento esta es una pregunta que nos hemos hecho muchos. Aunque algunos ya han recibido respuesta, satisfactoria o no, es mejor que la incertidumbre de no saber cuáles serán los criterios para tu evaluación. Ahora que se están realizando pruebas y ejercicios virtualmente, es imposible saber con certeza si alguien ha copiado o no. Muchos profesores se desentienden y ponen enormes cantidades de deberes y exámenes como si aún siguiéramos dando clases presenciales, y se indignan o enfadan al comprobar que sus alumnos han copiado de algún modo. Debido a la negligencia de estos profesores, los alumnos, que somos a los que nos importa la nota, usamos los métodos necesarios para obtener la máxima calificación. Son muchos los que tienen que poner más de su parte para adaptar las actividades a la situación actual, y no pensar que por estar en casa tenemos todo el tiempo del mundo. Dejar a un lado las pruebas escritas con los cuales puedes copiar con solo un clic, o alguien puede hacerlos por ti. Implementar trabajos y proyectos más creativos, que valoren la originalidad, el esfuerzo que han puesto en hacerlo, y el resultado del trabajo sería buena idea. Así dejaríamos de copiar o cooperar entre nosotros para realizar las pruebas, que por cierto, denota gran inteligencia y capacidad de trabajo en equipo. Somos muy buenos rebelándonos contra aquello que nos parece incorrecto, y ahora que disponemos de tan poco tiempo, esta es nuestra forma de hacerlo.
Una medida que asusta a la mayor parte del cuerpo estudiantil es el hecho de retomar las clases presenciales antes de verano. Ya sea para realizar exámenes finales, como la EBAU, o para continuar con normalidad, me parece una decisión precipitada cuyas consecuencias serán exclusivamente negativas. No solo por el hecho de que estudiar desde casa sin explicaciones previas no nos prepara para ello, sino también por las repercusiones que una apertura precipitada de las escuelas puede tener en la población. Uno de los motivos principales por los que interesa reabrir los centros educativos es para estabilizar la economía. Cuanta más gente vaya a trabajar lo antes posible, antes se estabilizará esta. Sería verdad si esta crisis sanitaria estuviese controlada, pero todavía no es así. Asistir a clase lo único que haría sería aumentar el número de contagios, puesto que las escuelas no son lugares aptos para prevenir infecciones. Esto conllevaría una prolongación del estado de alarma y la cuarentena, y por consiguiente, un descenso en la economía, además de un incremento en la curva de contagiados y un posible nuevo saturamiento de hospitales. Justo lo contrario a lo que se quiere. Por eso esta decisión es probablemente la más irresponsable que se puede tomar, porque además de exponer la salud y seguridad de la población, los resultados serían completamente devastadores. Cuando se pueda garantizar un entorno seguro y las medidas de prevención adecuadas, entonces será momento de reabrir colegios, institutos y universidades. Hasta entonces solo nos queda esperar y planificar lo mejor posible el curso que viene, intentando favorecer al alumno y su promoción a este, y evaluando principalmente las notas obtenidas antes de la pandemia.
Estamos pasando por un momento totalmente nuevo y difícil, así que es ahora más que nunca cuando debemos unirnos y trabajar juntos para salir adelante lo antes posible. Tenemos que ser responsables y coherentes, y tomar las medidas necesarias para que esto sea más sencillo y menos agobiante. Esta crisis es cosa de todos, y es nuestro deber acabar con ella de una forma eficaz. Hagamos las cosas fáciles, y esperemos que dentro de poco, todo vuelva a la normalidad. A una nueva normalidad.
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