Educación en pandemia (Ainhoa González)
05:00h de la madrugada, prepararse: guantes, mascarilla, ropa para soportar los 0 ºC de la nevera gigante. 05.30h más ropa, más protección y a las 06:00h entras.
Cuando sales a las 11.15h al descanso, tienes 15 minutos para quitarte la ropa, hacer tus necesidades, si lo necesitas, tomarte un café (si eres lo suficientemente rápido), volverte a vestir y entrar de nuevo. En esa franja de tiempo, ella coge su móvil, deja sus necesidades a un lado para echar un vistazo a lo que tendrá que hacer en el segundo trabajo que la espera, pero este ya en casa.
Sin darse, cuenta en cuestión de algo más de 48h, el día 13 de Marzo se convirtió en maestra de 2º de primaria. Y así, sin parar ni un segundo hasta la hora de dormir, lleva 36 días.
Todos pensamos que los grandes perjudicados en esta situación que estamos viviendo, por culpa de “la mala gestión del gobierno”, “los Chinos que crearon el virus”, “el planeta que se está vengando”,por lo que sea, somo los estudiantes y los profesores. Y es cierto, no cabe duda.Pero, ¿y todos esos padre y madres que trabajan, llegan a casa y tienen que sentarse con sus hijos a explicarles la lección de la manera que puedan, puesto que no son docentes? Ellos, ¿no sufren esta crisis tanto o más? ¿No merecen una mención?
El ejemplo que he puesto al comienzo es mi madre, trabaja en una fábrica de productos cárnicos, ella en ningún momento de esta pandemia, ha parado de trabajar porque su empleo es de primera necesidad. Y llega de trabajar muerta de cansancio TODOS los días y en vez de sentarse, echarse la siesta o lo que quisiera hacer para cuidarse ella misma, se pone con mi hermano a explicarle la lección.
Y esto para que yo por las mañanas pueda hacer las tareas, estudiar o asistir a las clases telemáticas sin tener que preocuparme por mi hermano, más allá de lo estrictamente necesario. Porque claro, dadas las circunstancias la carga de trabajo también ha aumentado, y es comprensible, no me estoy quejando, nadie ha querido esta situación.
Ahora, (hablo desde mi experiencia, puede ser que otro no haga lo mismo) tienes que leer la tarea, intentar auto-explicartelo, resistir la tentación de pegarte un chocazo porque no entiendes por donde te vienen los palos, estresarte porque no sabes hacerlo, y empiezan los llantos, te das cuenta que esa solo es una de las asignaturas que tienes hoy y que te quedan otras cinco, piensas, respiras, no te queda más agua en el cuerpo, ya la has llorado toda, intentas relajarte y vuelves a empezar.
Y seguramente que al final lo acabas sacando, porque tus padres te apoyan y te intentan ayudar con todo, hasta el punto de que te contestan dudas de filosofía mientras se duchan. Pero esos 20 minutos de estrés al día te estan marcando a nivel psicológico, a tu cabeza, a tu confianza en ti misma y te llevan a cuestionarse todos y cada uno de los días al menos por un momento, si realmente vales para estudiar.
Eso es lo que yo opino de esta situación, no sé qué funciona o qué sale mal porque no lo cuestionas, lo haces y punto. Tampoco qué es lo que nos depara el futuro, lo que sé, es que yo veo esto como una carrera de fondo donde nunca llegas a la línea de meta y cuando ves un mínimo de luz, algunos insensatos se lo cargan por ser egoístas y no pensar en tu tía que está ingresada, tu abuela de 95 años que está en la residencia y aunque lo ha pasado no sabe si está aquí o allá, y muchísimos menos en todos los sanitarios que se juegan la vida por nosotros.
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